La virtud, es en mucho, el equilibrio entre los defectos y los excesos. Posicionarse en los extremos no te hace radical, te hace extremista. Ir a la raíz de los fenómenos , he ahí la radicalidad. Desgraciadamente a menudo, producto de impaciencias y soberbias no dominadas, con frecuencia se confunde el justo equilibrio con indefinición, con incoherencia… y de lo que se trata es de responsabilidad, de justicia.
En el mundo del liderazgo es bien sabido hace tiempo, que no debe esperar influir positivamente sobre los demás, quien adopte, en esencia, una actitud que es todo crítica, queja y condena. Hay que abrazar el paradigma y la magia de pensar en grande.
El primer y más significativo paso que debe dar todo aquel que quiera contribuir al cambio, es ser, él mismo, ejemplo del cambio que quiere ver en los demás. Hay que llenarse de pensamiento, sentimiento y actitud positiva. Comencemos por creer que podemos tener éxito y lo tendremos. Reduzcamos día a día el miedo entrando en acción.
Pero nuestro tiempo no debe permitirse desbocarse apresurada y ciegamente una vez más, sólo a la derrota del poder totalitario imperante; la historia ha demostrado una y otra vez, que las revoluciones constantes son nefastas y casi siempre traicionadas. La cuestión de los métodos no es secundaria, éstos deben traer ya en sí, los gérmenes esenciales de lo que se restaurará y refundará a continuación.
Más de una vez hemos sido engañados: no hemos sabido diferenciar la simuladora virtud de la utilidad, de la auténtica utilidad de la virtud. Puede que sea el camino más difícil, quizás el más largo, pero con Martí debemos aprender que no se puede andar “deprisa, y un tanto en la sombra, sin ver que no nacen viables, ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de mujer en el hogar, los hijos que no han tenido gestación natural y laboriosa.”
Crezcamos entonces en el empeño de hacer con formas nuevas que impongan los nuevos tiempos, pero conservando la experiencia anterior; con el más sincero de todos los cubanos como brújula, exaltando la inteligencia emocional: las formas hermosas e inteligentes de hacer sentir y pensar para mejor actuar; contagiando a diestra y siniestra el orgullo de ser cubanos: acabar de subirnos la camisa al codo, hundir las manos en la masa, sudar, y de veras crear.
“El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡Es nuestro vino!”, fue como literalmente escribió ese pensamiento Martí; y lo que realmente quiso decir, es que si el vino sale agrio, no es culpa del plátano, de naturaleza dulce. Ni tenemos que resignarnos a lo malo, por el simple hecho de ser lo nuestro; “y si sale agrio”, escrito luego de un punto y coma, y el “¡Es nuestro vino!”, escrito entre signos de exclamación, quiere realmente decir, que es nuestra culpa, de nadie más, si hacemos mal, lo que para hacer bien, todo tenemos.
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